“La belleza, lo sabe la equilibrista,
sólo brillará lo que dure el reflejo de su caída”.
María Negroni
Nubes de eternidad emigran
a un futuro incandescente, la errática luz
de agujerear un cuerpo y sangrar
no más que eso, que la especie ansiosa
por abrazar un vidrio de palabras.
Se fue la herida, un movimiento tibio de la familia,
que se despereza, barniz de pensarnos
como una aldea desigual, de labios que derrapan
miedos, ya los adioses son bienvenidas.
Todo un gesto. Una fauna descontrolada,
pasión de arena donde la encuentro, se parece
a una lágrima, se parece al refugio de ver,
se parece a todo lo que es mientras sonríe.