lunes, abril 10, 2006

La pluma del cuerpo

I-
Escribe en su reverso. A su antojo una publicidad selecta, para su propio esmero. Se asusta. El hecho de haberse entregado tanto y entonces: derecho y reverso. Árboles de frutas van cayendo. Un reino de castillos imponentes, ladrillos que de golpe son cuadrados de agua, el diluvio de preguntas y ojos-besos a la almohada.
Escribe de frente. Palpa su tiempo, deliberada purgación de huellas, una crucificada descripción de puntos y puntos y puntos y una sola línea que lento dibuja una canción.
Una canción que no es la misma. No es el tiempo. Ya mi cuerpo es otro.

II-
Una espalda. Mi espalda. Detrás, los cuerpos que me desean.
Un baile. Mi baile. Detrás, los cuerpos que me desean.

III-
La intimidad perdida.
Mecer una habitación toda verde en el fondo del pulso.
Acá estoy.
Acá me tienen.
Me poseen, me desposeen.
Vamos flores de sol, vamos a la hostilidad de frente.

IV-
La violencia de beso con beso instaura un mundo en una maceta.
Al mínimo balcón, al viento. Airear tanta violencia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Realmente duele; quiero decir, el dolor es casi físico; quiero decir, aunque hay como una dicha de ser alcanzado.
Por eso decía, que realmente duele, que no sé decir.

Juan M Tavella dijo...

me gusta la frase de lavoisier que dice que nada se pierde, todo se transforma.

f. m. dijo...

ay q barbaridad