el día se liquida adentro, no veo bien en la penumbra el espesor de tu dios,
como una mirada acompasada, ese frágil pestañeo del mar fractura la piel,
no es el frío y me duelen los dedos;
es que aullaba una música que empañaba sus labios.
entonces desperté: el amanecer se lleva consigo el hueso.
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