venía sonriendo de rojo por el oeste,
animalito que despierta entre los dos
ya todo es grande
un día, juro que un día soñé con el alma de los huesos,
extractos de blanco en lo etéreo del cuerpo,
una sombra había sobre las uñas que se arañaban a sí mismas,
como quitando tierra, como lavando memoria
y cuando la luz del día levantó mis pestañas,
todo el miedo se había ido, sólo quedaba el sudor
y en los ojos una atmósfera, una voz entera
que aconseja: han alcanzado mi subsuelo
y por eso ya van subiendo las escaleras
todos los secretos desatados
aunque nada se explica si no se escucha el silencio que